Jueves por la mañana. Todo empezó mal... con el recuento de los daños causados por cerrar la tienda y lavar todos (absolutamente todos) los utencilios de cocina: cortadas en mis diez dedos, dolor de espalda y brazos provocado por limpiar la parrilla, dolor de cadera por estar de pie tanto tiempo y cansancio.
Me baño, me visto, desayuno y todo parecía "normal", así que agarro mis triques y me dispongo a irme a trabajar a la chingadera de lugar llamado McDonald's. Salí de la casa con una ligera hoodie... sí, de esas que son mas delgadas que una rebanada de jamón de sandwich de cafetería escolar y de repente, ¡oh, sorpresa! semejante nubarrón estilo apocalipsis... pero ¡aaah, que pinche hueva regresar por algo más calientito!... creí que llovería como por ahí de las 7 de la noche.
¡Error! A medio camino empecé a sentir pequeños golpes en mi cabeza y hombros y pensé: ¡puta madre! ya me cayó el aguacero y yo con mi pendejada de hoodie. ¿Aguacero? ¡Ni madres! ¡Estaba nevando! El sol estaba cagándose de la risa al otro extremo del pueblo y de este lado nevando. Así que decidí apretar el paso para no llegar hecha una sopa, pero no contaba con mi astucia de llevar puestos los tenis más resbalosos que pude encontrar ¡oh Laura ilusa!
Era un frío de esos que hacen que se te escurran las ideas por la nariz y al momento que están asomándose a ver que tal vive el mundo y... ¡se congelan cual caricatura! Me metí a una tienda y aproveche para comprar agua y el pendejo dependiente no sabe usar la terminal para pasar mi tarjeta de débito y me hace sacar dinero y andar cargando morralla de aquí para allá y sonando como becerro.
Salgo y sigue nevando y yo sigo titiritando y con la pinche vocesita en mi cabeza jodiendo: "se te va a hacer tarde... ya tienes muchos retardos... por eso te suspenden"... ¡aaah, como jode mi conciencia!
Llego al trabajo y afortunadamente faltan 5 minutos para que entre. Me voy al baño a cambiarme (sí, no voy con el pinche uniforme feo por la calle... aun tengo dignidad) y ¡bienvenida a un nuevo día de trabajo Laura! El maldito bañó está descompuesto y como todos son unos huevones, no hay quien lo arregle. Y hasta pareció que ese día todos dijeron: "¡caguemos al unisono en el baño descompuesto, tronémonos unos pedo bestiales! ¡siiiiii!"... ni quiero decir más.
Corrí lo más rápido que pude para llegar al otro baño y alejarme de semejante pestilencia y no se como le hice pero estuve lista en un minuto. Ya había dejado de nevar.
Empecé mi rutina: acomoda la mesa, prepara hamburguesas, limpia la mesa, vuelve a hacer más hamburguesas, hazte güey por aquí, luego por allá y otra vez, no se si el pinche karma o el destino, me tienen otro lindo regalito. El Nuevo. Justamente ese día y a la misma hora que yo estaba en la mesa, deciden mandármelo para que le enseñe a hacer hamburguesas. ¡No me jodas! Mi paciencia tiene meses nadando en la freidora y ¡me mandas a un cabrón que es mas lento que una viejita con mal de Parkinson!
La vena de mi frente estaba a punto de saltar a romperle su madre, pero afortunadamente el alma caritativa de una manager me mandó a lavar trastes. ¡No mames! Aunque prefería eso que entrenar al nuevo, mis mil cortadas me ardieron como si me hubieran echado limón, por lo caliente que estaba el agua. Me puse unos guantes de latex.
Joaquín se va a su descanso, sale a fumar y se encuentra a Warren, quien le prometió unas chelas por su cumple (que fue hace un mes) y se van felizmente al bar. Se acaba el descanso y llega aquel con los ojos rojos cual semáforo. La dueña había amenazado en regresar en la noche y este pendejo con la fiesta encima. Awesome dude! ¿Cuando develamos tu estatua al más pendejo de Drumheller? ¡aaah! que mala amiga soy por preocuparme por ti ¿no?
Después de mentarnos la madre mutuamente, el silencio reina en la cocina. Salgo a dejar unas cajas y bueno, ¿así o mas ciega? Pinche pared de 2 metros de altura en frente de mi y ahí voy a estampar la mano. ¡Bravo! Ahora traigo el dedo chiquito tan inflamado que parece que tengo dos pulgares y ni siquiera puedo cerrar el puño. ¡Este año acabo sin mano derecha!
Llega Germán y me entrega el boleto de camión a Calgary: Sábado a las 4:55 de la mañana... ¿es manda o que? Se le agradece el detalle, se va y pongo mi boleto en mi locker para seguir haciendome güey, cante y cante con mi iPod incrustado en mis oídos mientras estoy talle y talle.
Danielle llega y nos ponemos a comer chocolate para McFlurry y decidimos tomar prestada una bolsa, así que la acomodamos en mi mochila.
Llega la pinche gorda dueña del restaurante de comida rápida y nomás empieza a chingar con que "límpiale aquí, recoge esa minúscula partícula de polvo que solo ves con el microscopio, tállale con ganas a la parrilla... ". En esos momentos me dan ganas de meterle la cabeza a la freidora para que juegue un rato con mi paciencia que se sigue remojando en la grasa que solo cambian una vez cada dos semanas.
Afortunadamente, se va a chingar a su madre y nos quedamos echando el cigarro mientras nos congelamos. ¡Su puta madre! ¡Ya son las 12 y no hemos acabado! Ni pedo... en chinga limpiamos por encimita y nos vamos corriendo. ¡A huevo! Ya tenemos chocolatito gratuito, acabamos rápido, todo esta en orden... ¿y mi boleto? ¡Pero que pendeja! De las pinches prisas por largarnos quien sabe donde chingados quedo.
Mañana tendré que comprar otro en mi descanso.
Llegando a la casa... nuestra diva Joaquín ya está como si nada hubiese pasado y yo con el chingado dolor de cabeza, de mano, de brazos, de estómago por el pinche coraje que me hizo pasar y ¡mordiéndome hasta los dedos por el pinche gastadero de dinero que voy a tener que hacer por andar en la pendeja! y el señor haciendose el gracioso. ¡No, no eres foquin ósom dud! ¡Eres foquin ritarded!
¡Ya vámonos de este lugar! ¡Me está volviendo loca! ¡Es el karma! ¡El maldito karma!
Me baño, me visto, desayuno y todo parecía "normal", así que agarro mis triques y me dispongo a irme a trabajar a la chingadera de lugar llamado McDonald's. Salí de la casa con una ligera hoodie... sí, de esas que son mas delgadas que una rebanada de jamón de sandwich de cafetería escolar y de repente, ¡oh, sorpresa! semejante nubarrón estilo apocalipsis... pero ¡aaah, que pinche hueva regresar por algo más calientito!... creí que llovería como por ahí de las 7 de la noche.
¡Error! A medio camino empecé a sentir pequeños golpes en mi cabeza y hombros y pensé: ¡puta madre! ya me cayó el aguacero y yo con mi pendejada de hoodie. ¿Aguacero? ¡Ni madres! ¡Estaba nevando! El sol estaba cagándose de la risa al otro extremo del pueblo y de este lado nevando. Así que decidí apretar el paso para no llegar hecha una sopa, pero no contaba con mi astucia de llevar puestos los tenis más resbalosos que pude encontrar ¡oh Laura ilusa!
Era un frío de esos que hacen que se te escurran las ideas por la nariz y al momento que están asomándose a ver que tal vive el mundo y... ¡se congelan cual caricatura! Me metí a una tienda y aproveche para comprar agua y el pendejo dependiente no sabe usar la terminal para pasar mi tarjeta de débito y me hace sacar dinero y andar cargando morralla de aquí para allá y sonando como becerro.
Salgo y sigue nevando y yo sigo titiritando y con la pinche vocesita en mi cabeza jodiendo: "se te va a hacer tarde... ya tienes muchos retardos... por eso te suspenden"... ¡aaah, como jode mi conciencia!
Llego al trabajo y afortunadamente faltan 5 minutos para que entre. Me voy al baño a cambiarme (sí, no voy con el pinche uniforme feo por la calle... aun tengo dignidad) y ¡bienvenida a un nuevo día de trabajo Laura! El maldito bañó está descompuesto y como todos son unos huevones, no hay quien lo arregle. Y hasta pareció que ese día todos dijeron: "¡caguemos al unisono en el baño descompuesto, tronémonos unos pedo bestiales! ¡siiiiii!"... ni quiero decir más.
Corrí lo más rápido que pude para llegar al otro baño y alejarme de semejante pestilencia y no se como le hice pero estuve lista en un minuto. Ya había dejado de nevar.
Empecé mi rutina: acomoda la mesa, prepara hamburguesas, limpia la mesa, vuelve a hacer más hamburguesas, hazte güey por aquí, luego por allá y otra vez, no se si el pinche karma o el destino, me tienen otro lindo regalito. El Nuevo. Justamente ese día y a la misma hora que yo estaba en la mesa, deciden mandármelo para que le enseñe a hacer hamburguesas. ¡No me jodas! Mi paciencia tiene meses nadando en la freidora y ¡me mandas a un cabrón que es mas lento que una viejita con mal de Parkinson!
La vena de mi frente estaba a punto de saltar a romperle su madre, pero afortunadamente el alma caritativa de una manager me mandó a lavar trastes. ¡No mames! Aunque prefería eso que entrenar al nuevo, mis mil cortadas me ardieron como si me hubieran echado limón, por lo caliente que estaba el agua. Me puse unos guantes de latex.
Joaquín se va a su descanso, sale a fumar y se encuentra a Warren, quien le prometió unas chelas por su cumple (que fue hace un mes) y se van felizmente al bar. Se acaba el descanso y llega aquel con los ojos rojos cual semáforo. La dueña había amenazado en regresar en la noche y este pendejo con la fiesta encima. Awesome dude! ¿Cuando develamos tu estatua al más pendejo de Drumheller? ¡aaah! que mala amiga soy por preocuparme por ti ¿no?
Después de mentarnos la madre mutuamente, el silencio reina en la cocina. Salgo a dejar unas cajas y bueno, ¿así o mas ciega? Pinche pared de 2 metros de altura en frente de mi y ahí voy a estampar la mano. ¡Bravo! Ahora traigo el dedo chiquito tan inflamado que parece que tengo dos pulgares y ni siquiera puedo cerrar el puño. ¡Este año acabo sin mano derecha!
Llega Germán y me entrega el boleto de camión a Calgary: Sábado a las 4:55 de la mañana... ¿es manda o que? Se le agradece el detalle, se va y pongo mi boleto en mi locker para seguir haciendome güey, cante y cante con mi iPod incrustado en mis oídos mientras estoy talle y talle.
Danielle llega y nos ponemos a comer chocolate para McFlurry y decidimos tomar prestada una bolsa, así que la acomodamos en mi mochila.
Llega la pinche gorda dueña del restaurante de comida rápida y nomás empieza a chingar con que "límpiale aquí, recoge esa minúscula partícula de polvo que solo ves con el microscopio, tállale con ganas a la parrilla... ". En esos momentos me dan ganas de meterle la cabeza a la freidora para que juegue un rato con mi paciencia que se sigue remojando en la grasa que solo cambian una vez cada dos semanas.
Afortunadamente, se va a chingar a su madre y nos quedamos echando el cigarro mientras nos congelamos. ¡Su puta madre! ¡Ya son las 12 y no hemos acabado! Ni pedo... en chinga limpiamos por encimita y nos vamos corriendo. ¡A huevo! Ya tenemos chocolatito gratuito, acabamos rápido, todo esta en orden... ¿y mi boleto? ¡Pero que pendeja! De las pinches prisas por largarnos quien sabe donde chingados quedo.
Mañana tendré que comprar otro en mi descanso.
Llegando a la casa... nuestra diva Joaquín ya está como si nada hubiese pasado y yo con el chingado dolor de cabeza, de mano, de brazos, de estómago por el pinche coraje que me hizo pasar y ¡mordiéndome hasta los dedos por el pinche gastadero de dinero que voy a tener que hacer por andar en la pendeja! y el señor haciendose el gracioso. ¡No, no eres foquin ósom dud! ¡Eres foquin ritarded!
¡Ya vámonos de este lugar! ¡Me está volviendo loca! ¡Es el karma! ¡El maldito karma!
2 Comentos Coquetos:
Me encanta como escribes!
Soy tu fan #1 :]
Te amo manis!
¿Ves? el puto karma es traicionero jajajajaja.
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