¡Es que están cabronas las condenadas! Vaya, entiendo que eso de estar aplastada en una silla incomoda dentro de un cuarto de dos por dos y todavía, viendo personas feas [en su mayoría, pues; no nos hagamos los "¡pinche LauRa loca, yo estoy guapísim@!"] pasar a pedirles boletos del metro o recargas de tarjetas, es innegablemente espantoso, pero ¡coño, qué no pueden ser un poco más amables?
Todavía de que les pagan por hacer un trabajo que cualquier hijodevecina con tres dedos de frente puede hacer, ponen jetas, avientan el cambio y te contestan como si les estuvieras pagando un boleto del metro que les debes desde hace 40 años y con ese dinero, no habían podido darle de comer al hijo leproso, al marido huevón y al sobrino encarcelado ¡pinches viejas! Aunque, aclaro, que una de cada millón, es la mar de amabilidad y hasta sonríe... pero esas sólo se dejan ver una vez en la vida [a mi ya me tocó ¿y a usted?].
Hoy, cuando regresaba a mi casa, mi querida tarjeta sólo tenía $1.00 M/N de saldo, por lo que, muy conciente de mi situación de pobreza, decidí meterle otro $1.00 M/N para que con eso pudiera meterme después de ver como "cateaban" las mochilas de los incautos.
Sin embargo, yo iba entre estresada y entre ataquedepánico [que se ha hecho muy recurrente por cuestiones que no pienso abordar en estos momentos] que cuando llegué a la taquilla, como siempre procuro, le sonreí a la taquillera y le pedí que le metiera $2.00 M/N a mi tarjeta y la campana del primer round sonó:
Todavía de que les pagan por hacer un trabajo que cualquier hijodevecina con tres dedos de frente puede hacer, ponen jetas, avientan el cambio y te contestan como si les estuvieras pagando un boleto del metro que les debes desde hace 40 años y con ese dinero, no habían podido darle de comer al hijo leproso, al marido huevón y al sobrino encarcelado ¡pinches viejas! Aunque, aclaro, que una de cada millón, es la mar de amabilidad y hasta sonríe... pero esas sólo se dejan ver una vez en la vida [a mi ya me tocó ¿y a usted?].
Hoy, cuando regresaba a mi casa, mi querida tarjeta sólo tenía $1.00 M/N de saldo, por lo que, muy conciente de mi situación de pobreza, decidí meterle otro $1.00 M/N para que con eso pudiera meterme después de ver como "cateaban" las mochilas de los incautos.
Sin embargo, yo iba entre estresada y entre ataquedepánico [que se ha hecho muy recurrente por cuestiones que no pienso abordar en estos momentos] que cuando llegué a la taquilla, como siempre procuro, le sonreí a la taquillera y le pedí que le metiera $2.00 M/N a mi tarjeta y la campana del primer round sonó:
Taquillera hijadelachingada: ¡Aquí no hago recargas! -dijo muy grosera y déspotamente mientras tenía un teléfono pegado a su putrefacta oreja.
LauRa: ¡Bueno, entonces dame un pinche boleto! -dijo muy encabronada e igual de déspotamente porque no se pinches vale, además de que si no dice pinche, no se siente satisfecha.
Taquillera hijadelachingada: ¡Aaaaah! [con un tono de Doña asombrada] ¡No te voy a vender nada por majadera! -respondío haciéndose de la boca chiquita y tomando los $2.00 M/N que LauRa había depositado en la cuneta donde uno da y recibe los bienes de este servicio.
LauRa: ¡Pues no me vendas nada, pinche jodida y que esos dos pesos te sirvan para comprarte All-Bran! Y sí, ¡Chingatumadre! -le contestó al momento en que se dió la vuelta y se fue.
Si usan el metro 4 Caminos, no compren boletos en las taquillas donde los atienda una señora de complexión media, cabello castaño obscuro y chino, harrrrrrrrto maquillaje y un lunar bastante grande en la mejilla derecha, porque seguramente lleva años sin novio y ya hasta tiene telarañas por ahí o... está estreñida.