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No es Pepe Pez y por eso me cae bien...

Las tareas de este feudo y de la escuela, me han mantenido lo suficientemente ocupada y distraida como para no haber publicado una entrada sobre un delicado tema que carcome mis pensamientos más profundos y serios sobre lo frágil que es la línea que divide la vida y la muerte y que una vez más, se acerca a mis desvelos provocados por un pequeño pez betta que llegó hace tres años a este latifundio, con la intención de hacer mi vida más llevadera y de que yo entablase monólogos prolongados, cual viejecilla criticada por la mamá de Alejandro, por estar como merolico con sus plantas, que igual no le responden... pero son las únicas que la escuchan.



Lalo y su agonía


Lalo Landa es ese pequeño pez rojito que desde que arribó a estas desoladas tierras gobernadas por Jonaz, ha sido mi fiel compañero y siempre he procurado que su pecera sea la más limpia de la comarca, pues un año más tarde, llego Phineas [a.k.a. Fideos] pero el es el pececito consentido de la malvada bruja de la torre de a lado y tal como su dueña, es quisquilloso y malhumorado hasta el tuétano que rellena sus huesos y aún más, cuando su escoba no sirve y como simple mortal, viaja en camión cuando el sol es recio y calador; finalmente el año pasado, mientras yo luchaba contra osos polares y salvaba focas en Canadá, apareció la adorable Nina.



Fideos y Nina en sus tuppers


El caso es que Lalo ha cumplido el tiempo de vida de su especie, pero aún no muere y mi angustia se magnifica cuando lo veo tan quietecito al fondo de su acuario, agonizando y sin probar vocado como en sus meses de juventud que, en cuanto veía que caían sus bolitas de comida, se abalanzaba sobre ellas cual tigre sobre su presa y después, sólo nadaba feliz entre las ramitas que le servían de guarida... así pues, querido lector, le suplico desde el fondo de mi corazón que me diga una forma de darle una muerte digna a un pez digno en una pecera no tan digna.

Alguna vez, un inhumano al que le platiqué sobre mis desazones, me sugirió dárselo de desayuno a sus pirañas, a lo cual me negué rotundamente porque tan valeroso pez no merece morir a manos del canibalismo, sin embargo, cuenta la leyenda que aquel bárbaro murió en una ensangrentada batalla donde le partieron la boca en pedacitos por un bastón de hockey. Nunca más se volvió a saber de él. Algunos dicen que deambula por las calles buscando sus dientes, otros afirman que sigue buscando un disco de los éxitos de Elvis en su versión sinfónica en cada Mix Up de la ciudad porque nunca llegó a sus manos por sus desdenes hacia una hermosa damisela. Yo sólo digo que tengo un disco como el que quería el difunto y la vendo barato, a cien florines de oro... ¡es una ganga!

Sólo considere que con ese dinero podré comprar peceras anti-manostorpesdeLaura, porque hoy mientras acicalaba las moradas de estos acuáticos inquilinos, rompí la de Fideos y la semana pasada rompí la de Nina y ya bastantes ayeres la de Lalo. Así que si conoce de algún lugar en esta basta comarca, donde hagan acuarios aguantadores, hágamelo saber porque sino, la malvada bruja y mis señores feudales se pondrán como dragones si no consigo algo más estético que unos cuantos tuppers y bowls para que esos peces naden felizmente.

¡Y que rompo la pecera!

Es momento de que deje de apabullarlos con mis angustias y parta rumbo a lo desconodido porque mañana tengo que hacer un examen de Administración de Feudos II y no he abierto mis papiros ni para que les de el aire, además debo esconderme de la malvada bruja para que no me lance algún hechizo por haber arruinado el pequeño estanque de Fideos constrido de cristal Swarovski y bordes de oropel que le daban un toque de ensueño a la vivienda de dicho pez y si conoce de algún método honroso para liberar de su pesar a mi queridísimo Lalo, en el nombre del Sagrado Sudario de San Linis, dígamelo. Se lo agradeceré infinitamente.

Comentarios

Maya Mexica!!! dijo…
Lala, estas escasa de temas... mira que hablar de tu pez ya es sinonimo de falta de inspiracion divina.

Suerte mujer!!!

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